La investigadora comparte con nosotros cómo han sido estos cinco años de tesis doctoral en el IBGM
En el mundo de la ciencia, pocas cosas suceden de la mano del azar. La historia de Lara Sanoguera Miralles y su interés por la investigación, tampoco lo es. Desde una edad temprana, la recién nombrada doctora se sintió impulsada por una motivación profunda: comprender el cáncer para combatirlo desde el laboratorio. Esta determinación se originó debido a varias experiencias como familiar cercano de pacientes oncológicos que no consiguieron hacer frente a esta enfermedad. Ahora, con su nuevo título de doctora bajo el brazo, la investigadora del grupo de Splicing y Susceptibilidad al Cáncer charla con nosotros sobre su trayectoria, motivaciones y su investigación dirigida a comprender esta enfermedad tan compleja.
«Desde muy pequeña tuve claro que quería ser científica. Necesitaba entender qué era realmente el cáncer y esa motivación me llevó a estudiar el Grado de Bioquímica y Ciencias Biomédicas en Valencia», nos cuenta. Pero su sed de conocimiento no se detuvo ahí. Completó el Máster en Investigación y Desarrollo en Biotecnología y Biomedicina en la Universidad de Valencia, para enfocarse posteriormente en la investigación oncológica. “Justo en el laboratorio donde hice el Trabajo de Fin de Máster (TFM) -cuya línea de investigación se centraba en el estudio del cáncer colorrectal y el cáncer de mama-, no tuve la opción de realizar el doctorado, a pesar de que esa era mi idea inicial, puesto que me gustaba mucho tanto el ambiente laboral como el área de estudio”. Lara se enfrentó entonces al desafío de encontrar un laboratorio y financiación para continuar en el mundo de la investigación. «Fue un año de incertidumbre, no te voy a mentir», admite.
Lara Sanoguera Miralles, junto a su director y compañeras de laboratorio
Pero esa oportunidad acabó llegando de la mano del IBGM de Valladolid, donde se unió al grupo de Splicing y Susceptibilidad al Cáncer, dirigido por el Dr. Eladio Velasco Sampedro. Fue entonces cuando comenzó su viaje de cinco años para obtener el doctorado y en el que exploró el mundo de la genética del cáncer. “El doctorado no es algo fácil, sobre todo al principio, porque tienes que buscarte financiación por tu cuenta. Eso implica que muchas veces empiezas sin ningún tipo de financiación y después intentas conseguir una ayuda predoctoral. En mi caso, el contrato en cuestión tardó prácticamente un año en llegar”. Sí que es verdad que ella tuvo algo más de suerte que otros compañeros porque primero la pudieron contratar como técnico de laboratorio, hasta que unos meses después consiguió la prestigiosa ayuda predoctoral de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) de Valladolid.
La detective del cáncer de mama
La investigadora se ha dedicado a analizar el ADN en busca de mutaciones relacionadas con el cáncer de mama. Su objetivo: identificar nuevas mutaciones hereditarias que puedan desencadenar esta enfermedad. “Uno de los principales problemas que tenemos hoy en día es que en un gran número de familias con cáncer de mama hereditario se desconoce el origen genético de la dolencia, es decir, no se detecta la mutación que se está trasmitiendo de padres a hijos y que está haciendo que esta familia tenga más riesgo que el resto de la población a desarrollar esta enfermedad. Poder localizar el origen genético en estas familias resulta crucial a la hora de aplicar medidas de prevención y tratamientos adaptados a esa mutación identificada”, explica Lara. Con orgullo, comparte que durante su tesis ha descubierto 64 mutaciones vinculadas al cáncer de mama. Estos resultados van a permitir que en más de 361 familias con cáncer de mama hereditario se detecte la mutación causante de la enfermedad y, de esta forma, dichas familias se puedan beneficiar de medidas preventivas y tratamientos personalizados.
A lo largo de su doctorado, Sanoguera se ha encontrado con los mismos desafíos a los que se suelen enfrentar las personas que se dedican en cuerpo y alma a la tesis, como pueden ser la falta de resultados o que los obtenidos no saliesen como se esperaban inicialmente, aunque señala que, a pesar de ello, han sido unos años muy felices y productivos. “Estos cuatro años me han dado muchas alegrías. Conseguir encontrar resultados que ya están teniendo impacto en las pacientes y que son utilizados por oncólogos y científicos en todo el mundo, genera una satisfacción brutal. Es difícil explicar con palabras lo que puedes llegar a sentir, pero la felicidad es enorme. Además, a lo largo de estos años he descubierto mi pasión por la divulgación científica y eso también me ha hecho sentirme muy realizada, porque me ha permitido ver de cerca que la gente de a pie se interesa por lo que hacemos en el laboratorio y valora muchísimo nuestro trabajo”.
Vocación, compromiso… y financiación
Para Sanoguera, la clave del éxito en un doctorado radica en el compromiso y la vocación. «Es fundamental que te interese y te fascine lo que estás investigando. El componente de la vocación es muy importante porque las condiciones de este mundo, en general, no son las mejores en términos económicos; de lo contrario, es muy complicado aguantar. Así que sí, la vocación es necesaria, pero siempre me gusta destacar que los investigadores no podemos vivir del aire», enfatiza entre risas. Además, destaca la importancia del trabajo en equipo y la organización como cualidades extra para sacar el mayor rendimiento a una investigación. “Mi recomendación para los futuros investigadores: elegir una línea de investigación que te maraville y un laboratorio que te ofrezca un buen ambiente de trabajo y que publique mucho. Al final, tu futuro va a depender de las publicaciones que puedas conseguir, por lo tanto, publicar va a ser crucial si en algún momento te planteas dedicarte a la investigación”. Sobre su futuro próximo, Sanoguera mira al mañana con esperanza y optimismo. «Mi plan por ahora es cerrar algunos papers y trabajos que tenemos pendientes y tratar de quedarme en este laboratorio, que es dónde quiero estar”, finaliza.
Autoría de las fotos I IBGM CSIC-UVa de Valladolid