La científica comparte con nosotros su viaje, desde los estudios en nutrición hasta la investigación en el campo de la diabetes
Elena Casanueva es un ejemplo de transversalidad, una de las cualidades más valoradas no solo dentro del área de investigación, sino en el mundo laboral. Recientemente, ha sido nombrada doctora tras defender su tesis gracias a sus años de duro trabajo en el Instituto de Biomedicina y Genética Molecular de Valladolid, concretamente en el grupo Diabetes lab.
Casanueva inició su camino académico estudiando el grado en Nutrición humana y dietética en la Universidad de Valladolid. Posteriormente, continuó su formación complementándola con un Máster en nutrición humana y dietética aplicada a la clínica en la Universidad Complutense de Madrid. “De la carrera, lo que más me gustaba tenía que ver con la parte aplicada a la clínica y poder ayudar a la gente en hospitales, pero aquí (en España) no hay dietistas o nutricionistas en el sector público. Entonces, por eso cursé ese máster”, nos cuenta. Fue durante aquel periodo cuando descubrió su interés por la investigación.
Elena Casanueva, junto a su directora y compañeros de laboratorio
«Las asignaturas que más me gustaban eran las de investigación en nutrición, así que eso ya decía un poco por dónde podrían ir las cosas», señala Casanueva. En ese momento, decidió embarcarse en el desafiante viaje del doctorado. “Me puse en contacto con Irene Cózar, que estudiaba la diabetes, y era algo que veía que podía encajar con mi perfil. Le pregunté si podía hacer la tesis con ella y me respondió que no había ningún problema con eso y que encantada, pero que debería cursar el Máster del Instituto antes del doctorado, ya que toda la parte de las técnicas de laboratorio no las había tratado antes. Así lo hice y tenía razón. Me sirvió para luego no empezar la tesis totalmente de cero en ese sentido y con el trabajo ya avanzado”.
El trayecto del doctorado
Durante cuatro años y medio, Elena se sumergió en el estudio de una proteína llamada IDE (Insulin Degrading Enzyme) y su relación con la secreción de glucagón en las células alfa del páncreas, un aspecto crucial en la diabetes. Además ha descubierto que esta proteína interviene en la formación del cilio primario. Para entenderlo de manera sencilla, aunque inicialmente se identificó a IDE por su participación en la degradación de la insulina, investigaciones recientes de este grupo sugieren que podría tener funciones incluso más relevantes, como su intervención en la proliferación celular o la formación del cilio primario, como mencionábamos anteriormente.
“Sobre el cilio primario, debemos decir que es una estructura con la que cuentan casi todas las células, y su objetivo se centra en detectar las señales que hay fuera de ellas y mandarlas información dentro. En nuestra investigación hemos comprobado que la IDE interviene en los casos que no hay ciclo primario o este se encuentra deteriorado. Ahí se ha abierto una línea de investigación en el grupo que no había antes”, indica la científica.
Un camino de enseñanzas
En paralelo a la fase final del doctorado, que coincidió con la escritura de la misma, Casanueva también se ha centrado en otra de sus pasiones: la docencia. Actualmente está realizando las prácticas de profesora en el Colegio Safa-Grial. “Se me hizo un poco complicado el periodo de compaginar la tesis con los exámenes del máster, pero me ha ido bien. Mi idea ahora mismo es enfocarme en la docencia y opositar para docente de Formación Profesional (FP). Creo que puedo ayudar a perfiles más técnicos, como los auxiliares de enfermería o los técnicos de laboratorio. La investigación me encanta, pero para contar con posibilidades de futuro debería irme fuera y eso es algo que ahora mismo no me apetece lo suficiente. Si hubiera algún postdoc en España, lo contemplaría, pero tendría que ser de nutrición, lo que es muy específico y no tan fácil de encontrar”.
A lo largo de estos casi cinco años de tesis doctoral, Casanueva valora la paciencia y el trabajo en equipo como valores para afrontar el reto del doctorado. «Al final las cosas acaban saliendo, pero en mi caso, en el segundo año, me tiraba de los pelos porque no me terminaba de salir lo que yo quería y era desesperante. Por eso, la paciencia es clave; también apoyarte en tus compañeros cuando esto ocurre ayuda mucho, porque además de comprenderte, pueden aportarte soluciones que igual no estás siendo capaz de ver. Con esas dos cualidades, y si realmente te gusta la investigación, saldrás adelante. Lo que más se disfruta, y que he experimentado estos años, es saber que lo que estás investigando es algo nuevo y que nadie ha descubierto antes. Esa sensación es muy bonita y te lleva hasta el final del camino», concluye.
Autoría de las fotos I IBGM CSIC-UVa de Valladolid